jueves, 22 de enero de 2015

"¿Y por qué yo no?"

Ella andaba jugando en el jardín, como siempre. No quería echarse la siesta porque era mucho más emocionante hacer pegamento con “Fairy” y agua, coger lombrices o hacer una carrera de caracoles, además, de jugar a ser dependienta. Sus hermanas eran mayores, y andaban con cosas de estudiar, mucho más difíciles que sus deberes. Después de jugar un rato, parecía que le iban entrando ganas de hacer pipí. Así que, entra a la cocina y va al baño, pero estaba ocupado. Su padre también estaba haciendo pis pero se había dejado la puerta abierta… se quedó esperando a que saliera él pero por más que le miraba, algo no le encajaba…”Qué raro… ¿cómo puede hacerlo así?” pensaba.  En el cole había visto algún niño haciendo pipí así, pero creía que estaban jugando… Cuando salió su padre, entró y decidió intentar hacer pis igual que su padre. Parecía muy complicado y la postura no era muy cómoda. “¡Con lo fácil que es hacerlo sentada!” Siguió intentándolo varios días: abriendo bien las piernas y poniéndose encima del váter, para conseguir que el pis cayera recto, haciéndolo de espaldas...buscando mil posturas,  hasta que se dio cuenta de que los niños tienen una “cosita” que les permite hacer pis de pie. Así es como, con 5-6 años, descubrió que los niños y las niñas tienen partes diferentes: unos tienen pene y las otras tienen vulva. Años después, oyó en una noticia que habían inventado un tubito para que las mujeres pudieran hacer pis de pie, parece que no fue la única en plantearse todo ¿no?


Bella inocencia la de l@s niñ@s... Llegan al mundo sin saber nada de lo que se van a encontrar y cualquier cosa, por muy pequeña que sea, les resulta fascinante. A nuestra protagonista como a much@s otr@s, nadie les explicó que niños y niñas tienen partes de su cuerpo distintas, ni mejores ni peores, simplemente diferentes. A veces nos echamos a temblar cuando pensamos en hablar de sexualidad con los más peques, pero no entendemos que la sexualidad empieza con conocer el cuerpo, saber cómo es, conocer mis emociones y las del otr@, además de saber respetarlas, crear buenas relaciones de amistad... Es más sencillo, y el bien que les haría aprender desde chiquitit@s a respetar a los demás y a su cuerpo, y aprender a querer(se) lo que tienen. La educación afectivo-sexual no puede empezar en el instituto, con chavales/as de 15-16 años porque, sencillamente, a esas edades, llegamos tarde ¿no creéis? :) 

Nieves L.P, Psicóloga y Sexóloga 

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